Gena: un viaje enriquecedor

Conocí a Gena hace dos años, cuando tenía ocho. Una niña sonriente, amable y juguetona.

Gena perdió movilidad en su brazo y pierna derecha después de la extracción de un tumor en el cerebro. Recibió ayuda de la Fundación TELETON y la fundación CRESER donde tomó sus primeras sesiones de fisioterapia y terapias en el agua. La abuela de Gena trabajaba para Deborah Ramsden, hermana de Carl Ginsburg -escritor de libros como, “The Inteligence of moving bodies” y “Master moves of Moshe feldenkrais”, y gran entrenador del Método Feldenkrais desde 1986 en Europa, Estados Unidos, Japón etc.-  la señora Deborah le sugirió a la familia de Gena, llevar a la menor a sesiones del método Feldenkrais® y por esta razón la adorable niña llegó conmigo.  

Para la primera sesión le pedí a la Madre de Gena, que llevara algún juguete que a esta le gustara bastante-  es importante en el método Feldenkrais generar un espacio de confianza, esencial para un aprendizaje basado en el placer-. En este primer encuentro no llevé camilla, creí que era una mejor idea generar una conexión con la menor desde otro lugar, pues ya estaba demasiado acostumbrada a las camillas. La sesión comenzó en cuanto Gena entró por la puerta y miré como su pierna derecha y mano derecha mantenían un tono muscular alto y no acompañaban su movimiento general, sino que se sentía como si fueran en sentido contrario, parecía que tanto brazo y pierna no querían ir hacia delante. Me presente con ella y con su muñeca María. Después de conversar un rato le pedí que pusiera a su muñeca en el piso para hacerle una sesión de Integración Funcional* Mientras jugábamos observe sus movimientos y noté que se esforzaba mucho, sentí que le avergonzaba su situación. Esto me hizo pensar en ¿cómo poder llevarla hacia un tono muscular más suave y a hacerla sentir curiosidad por si misma? Después de jugar un rato con María, le pregunté a Gena si podía tocarla, ella accedió y se acostó también en el piso. No recuerdo del todo lo que hice este día, sin embargo, recuerdo que, al levantarse del piso, sonrió, fue como si hubiera descubierto una sensación nueva en ella que no podía expresar con palabras.

En el método Feldenkrais nunca se impone, sino que se guía y acompaña

En la segunda sesión le pregunte: ¿Gena, hay algo que te gustaría aprender? -quiero poder hacer marometas (rodar hacia delante) – me dijo. Decidí no usar camilla y acompañar su proceso de aprendizaje en el piso.

En las siguientes sesiones fuimos generando una rutina en la que al llegar se acostaba y la movía mientras cantábamos, el objetivo era aquietar sus hábitos, cambiar el tono muscular y crear mayor conciencia de su planta del pie y puño de su mano.  En numerosas ocasiones durante la sesión me pedía que jugáramos a imitar animales. Me pareció interesante imitar a la serpiente en el piso, el perro en cuatro patas y al pingüino y su forma claudicante de caminar, como los niños cuando empiezan a dar sus primeros pasos. Sabía que no iba aprender marometas, haciendo marometas como alguna vez dijo Moshe “nadie aprende a caminar, caminando”. Las sesiones estaban lejos de parecer una Integración Funcional* convencional, el objetivo estaba claro – utilizar los juegos para flexionarla, extenderla, rotarla etc. No solo para que pudiera cumplir su sueño, sino también para que pudiera conectar el movimiento de su pierna y brazo con el resto de su cuerpo, que pudiera experimentar un tono muscular diferente al tono en el que vivía constantemente y que sintiera que su mano podía abrirse con gentileza. En este sentido, si lograba hacer marometas era porque también podía usar su cuerpo con mayor facilidad.

Un día me conmoví profundamente cuando Gena me dijo, “Mira Montse, ya me di cuenta que, si le hablo a mi mano con cariño, se abre”. Reconfirme lo profundo que puede ser, tocar a una persona desde la suavidad y cariño; cuando el cuerpo se siente seguro, el sistema nervioso tiene la posibilidad de sanar, además comprendí lo que dice Feldenkrais sobre las características que conforman la autoimagen (nuestros pensamientos, emociones, sensaciones y movimientos están conectados)  nuestro cuerpo es tan coherente que si yo me muevo y lo siento, mi mente y voz lo expresan.

Esta idea también la comparte Joe Dispenza- neurocientífico, escritor de libros como, “Romper con el hábito de ser tú mismo” y “Deja de ser tú” entre otros- quien dice, “Para poder cambiar debes modificar la imagen que tienes de ti y del mundo, para abrirte a nuevos conocimientos y experiencias”. Esto fue lo que le comenzó a suceder a Gena, movimientos nuevos, la llevaron a sensaciones nuevas. Pienso que el Método Feldenkrais y la Neurociencia van de la mano en este sentido, ambas estudian el sistema nervioso.

La Imaginación y Feldenkrais

Otra herramienta que empecé a utilizar para acompañar el proceso de aprendizaje, fue la Imaginación. Para nuestro cerebro es lo mismo imaginar que hacer. Y la Imaginación es definitivamente un gran regalo para la humanidad. Gracias a ella podemos crear, de hecho, todo lo que hay a nuestro alrededor, comenzó con una idea que alguien imaginó. Moshe Feldenkrais lo sabía. Un día Gena me dijo que quería tocar el Jikuri, un Instrumento que yo tocaba al final de las sesiones, el cual ayuda a relajar y conectarte con tu interior. Ella lo intentaba, pero se frustraba al no poder tocarlo. Este instrumento tiene 5 notas armónicas y dos baquetas, (no importa que nota toques siempre sonará afinado). Otro día al darle el instrumento, pensé en proponerle algo diferente, le dije:  antes de tocarlo, imagina que lo estas tocando, de hecho, primero tócalo con tu mano izquierda e imagina que lo tocas con esa misma sensación, con tu mano derecha. Durante unos segundos cerró los ojos e hizo aquello que le pedí. Comenzó a tocarlo y me sonrió, ¡puedo hacerlo!, me dijo.  

Una de las cosas que más me fascinan es observar como Gena se sorprende de ella misma. Creo que a esto se refería Moshe cuando decía “devolverle a la persona su dignidad humana”. A través de los años siento que Gena se siente más segura de sí misma y creo que el Método Feldenkrais ha influido en ello. Este proceso ha sido un viaje lleno de aprendizajes y no sé a dónde nos llevará, ya que continuamos viéndonos una vez por semana.